El pasado 30 de julio ha sido el Día Mundial contra la Trata de Personas, un día en el que inexorablemente se ha de reafirmar el compromiso social en la lucha para impedir la delincuencia que explota a las personas, su integridad y sus derechos fundamentales. Se trata de dejar espacio a continuación a una joven voz que insiste en la urgente necesidad de poner fin a la trata de mujeres y a la prostitución de estas en cuanto formas de violencia. Conscientes de que es un tema muy espinoso y que requiere una amplio espacio de debate, la idea fundamental estriba en la concienciación de la mercantilización de la integridad fisica y psíquica de la mujer. El valor del trabajo es fundamental para poner fin a esta lacra dado que las crisis financieras y económicas siempre han sido declinadas en femenino y la feminización de la pobreza es una realidad y una causa a combatir. Emilia Sánchez Gómez es graduada social por la Facultad de Relaciones Laborales y Recursos Humanos, dirigida por la catedrática María José Romero Rodenas. A continuación, damos paso a sus consideraciones.
La prostitución es una realidad
social que convive hoy en día con todos nosotros, en nuestras calles,
carreteras, edificios y lugares de ocio. Tal es la habitualidad de esta
práctica que aproximadamente el 39% de los varones españoles han recurrido alguna
vez al sexo de pago. Es considerada como una de las “profesiones” más antiguas
del mundo, pero resulta irónico que se hable de profesión y de trabajo cuando
estamos ante una forma de esclavitud -no tan distinta a la que se daba en el
antiguo Egipto con los esclavos que construían pirámides-, y una de las
manifestaciones más absolutas que tienen los sistemas patriarcales: las
relaciones de poder. Entendemos esta esclavitud como la privación de libertad
de la mujer y la anulación de su voluntad, tanto ante el proxeneta, como ante
el consumidor de sexo obligándolas a no elegir, a someterse y renunciar a todos
los derechos que como ser humano tienen reconocidos.
No es suficiente únicamente con
definir qué es el trabajo, sino entender que el trabajo se tiene que desarrollar
siempre en condiciones decentes. La Organización Internacional del Trabajo
(OIT) define el “trabajo decente” como aquel que se lleva a cabo sin que
“se produzca daño a los principios y derechos laborales fundamentales”.
Estos principios y derechos laborales fundamentales son la libertad de
asociación y libertad sindical, eliminación del trabajo forzoso u obligatorio,
abolición del trabajo infantil y eliminación de la discriminación.
Otro de los requisitos
fundamentales para que se considere el concepto de “trabajo” y su naturaleza,
es la necesaria concurrencia de la voluntariedad por parte de la trabajadora.
Nunca se puede confundir el carácter voluntario -como decisión o acción propia
que realiza la persona- con el carácter consentido, entendido este último como
un consentimiento que en la mayoría de las ocasiones lleva a las mujeres
prostituidas a acceder a mantener relaciones sexuales bajo cohibición,
amenazas, coacción, maltrato, engaño, chantaje y, una de las herramientas más
poderosas del mundo, el miedo.
Por último, otros de los elementos
fundamentales serían la concurrencia del objeto y la causa del contrato de
trabajo. El objeto del contrato y la causa de este tienen que ser siempre
lícitos. En el caso de la prostitución, se entiende que este servicio atenta
contra los derechos fundamentales de las prostitutas -no solamente en lo
profesional, si no también como mujeres-, con la principal consecuencia de qué
si la causa y el objeto del contrato son ilícitos, el contrato de trabajo sería
nulo. Entonces, podríamos hablar de una forma de esclavitud en el trabajo.
Pero, no podemos hablar de prostitución sin
hablar de trata de seres humanos. Aproximadamente 2,5 millones de personas en
el mundo son víctimas de la trata. El
80% de la trata a nivel mundial se lleva a cabo con un fin principal: la
explotación sexual. Dentro de este porcentaje se estima que el 90% de las
víctimas son mujeres y niñas. Es por ello, que no se puede anteponer un
fenómeno a otro. Sin trata no hay prostitución, y sin prostitución no hay
trata.
Otro concepto directamente
relacionado con la trata y la prostitución es la inmigración. Según diversos
estudios del Instituto Andaluz de la Mujer, el 90% de las mujeres que ejercen
la prostitución en España son inmigrantes. Dentro de este porcentaje, el 95% de
estas lo hacen de manera forzosa y solamente un 5% aproximadamente, lo hacen de
manera voluntaria. Los motivos que llevan a las mujeres a desarrollar la
prostitución en España se diferencian en dos en función de su situación. Una
primera referencia ha de realizarse respecto de las mujeres inmigrantes que se
ven obligadas a ejercer la prostitución debido a su situación de ilegalidad en
el país -no tienen papeles- y a las grandes deudas que tienen contra las
“mafias que trafican con mujeres”. Por lo tanto, el consentimiento de la
relación sexual se sustituye por la extorsión a la que están sometidas. Las
mujeres españolas son una minoría dentro del sector de la prostitución, aún así
uno de los motivos principales que llevan a estas a ejercer es el económico. Suelen
ser mujeres que tienen cargas familiares, que ya no tienen un salario mensual,
mujeres sin derechos a prestaciones que se ven obligadas a prostituirse como
última alternativa por la ausencia de recursos que estas presentan. En estos
supuestos, el consentimiento de la relación sexual es sustituido por la
necesidad económica.
Siempre coexistirán dos posturas
opuestas en este tema tan controvertido: la postura abolicionista y la postura
regulacionista, que bajo el juicio de cada una pueden ser juzgadas de manera
diferente. Pero realmente, ¿cuál es la situación de la prostitución en nuestro
país?
La situación de alegalidad
existente en España se justifica por la carencia de toda regulación permisiva o
prohibitiva ya que no se encuentra regulada por ningún precepto legal y tampoco
está prohibida. Convive el debate de diversos tribunales por el hilo diminuto
que une la actividad de alterne con la prostitución. Las actividades de las
alternes en España son legales, entendidas estas como el acompañamiento y la
motivación de los caballeros que acuden a estos clubes para fomentar un mayor
consumo de bebidas alcohólicas. Pero, estos clubes normalmente incluyen
habitaciones donde las chicas pueden realizar servicios de índole sexual. Resulta
realmente difícil poder separar entre la actividad de alterne y la
prostitución, por lo que este hilo es sólo una muestra más de como ocultar una
actividad ilegal detrás de una aparentemente legal.
Lo que no puede permitirse bajo
ningún juicio de valor es que la libertad de las mujeres siga sometida al deseo
de un sistema patriarcal que tiene más en cuenta el disfrute de los
consumidores de sexo que la integridad de la propia mujer. Estamos ante un
sistema en el que se juzga socialmente a las víctimas de la prostitución antes
que a sus “autores”. No hay que olvidar que un sector no es rentable sin
consumidores.